La verdadera realidad la encontraréis bajo estas lineas

sábado, 30 de octubre de 2010

El clarinetista de Oriente Medio

Pasaban apenas diez minutos de las doce de la noche, de aquella noche tan especial, la última del año y disfrutaba como nunca con los albores de su último concierto en aquel recóndito rincón de España. La música se agolpaba como nunca en su cabeza de una manera armoniosa y acompasada. Se veía que estaba gozando, por el estado de éxtasis, casi de semiinconsciencia que reflejaba su cara, con las notas que salían de su clarinete. Su banda lo acompañaba mientras se recreaba en los pasajes de la melodía que más le gustaban. La audiencia estaba anonadada mirando hacia el escenario, hasta, si te fijabas bien, se podía apreciar en la comisura de sus labios un leve río de baba. No se lo podían creer. Era él y estaba allí, en su tierra. Tenía las gafas empañadas por la condensación provocada por el sudor que manaba de su frente y caía hacia el suelo transformado en gotas perladas que resbalaban por su gran nariz. Estaba siendo una gran noche, un gran concierto, sin duda alguna, el mejor de su vida y sobretodo gozaba, disfrutaba con su inspiración y se recreaba con los mágicos sonidos de su clarinete y las bombas que su país estaba, en ese preciso instante, arrojando indiscriminadamente sobre algún punto de Oriente Medio.

jueves, 28 de octubre de 2010

La hija de papá

Le dijo que si una vez más. Él asintió con la cabeza queriendo creerla aunque en su interior ya conocía la verdad. Seguro que sería mentira una vez más pero le iba a dar un nuevo margen de confianza. Se cogieron de la mano y comenzaron a caminar por el pequeño sendero que bordeaba el serpenteante riachuelo. Estaban rodeados de un precioso bosque de castaños, robles y pequeñas manchas de abedules centenarios. Llegaron a un pequeño claro donde había un tronco viejo y áspero tirado en el suelo, quizá, por la acción de alguna tormenta, que bien podía realizar la función de improvisado banco y se sentaron a descansar. La charla era animada y el paisaje de cuento de hadas. Él sentía que tocaba el cielo con la yema de sus dedos.
- ¿Me excusas un momento?, le dijo ella, tengo que ir a mear
- Sí por favor, replicó él
Mientras la veía perderse entre los árboles pensaba en su vida juntos, en la pasada y en la futura y se le dibujaba una sonrrisa en la cara.
Pasaron cinco minutos y ella no volvía, esto le hizo preocuparse. Se levantó y fue en su busca. Anduvo unos 50 pasos y allí estaba. Se encontraba sentada en el suelo, sangrando por la nariz y con el "pollo" encima de la cartera que tenía cogida con su mano derecha. No se podía mover, ni siquiera hablar, del subidón que tenía. Él ya lo sabía, sabía que aquella hija de papá no iba a aprender nunca.

viernes, 22 de octubre de 2010

El tranvía

Era de noche. Esperaban el tranvía en la estación del norte de la ciudad. Hacía un frío de perros y una humedad que calaba hasta los huesos. El cielo estaba completamente despejado y las estrellas brillaban con más intensidad de lo normal debido a la falta de luz de esa parte de la ciudad. Charlaban mientras fumaban un cigarrillo para, al menos, calentarse los pulmones por dentro y admiraban el grandioso espectáculo que tenían ante sí y que pocos días al año podían observar debido a los densos y grises nubarrones que casi siempre cubrían el cielo. Vieron llegar de lejos el tranvía, apagaron los cigarrillos y se dispusieron a subir. Cuando el primer vagón llegó a su altura se dieron cuenta de que ya era demasiado tarde para echarse atrás o quedarse en la estación. Eran más de veinte y sus túnicas blancas los delataban. Tenían sed de sangre occidental. Venían a la caza del europeo.

lunes, 18 de octubre de 2010

El muro

Miraba fijamente el muro de color arena que rodeaba el edificio donde se encontraba su hermana. Sabía que era difícil saltarlo. Sobretodo porque en su parte más alta había una pequeña alambrada de pinchos que seguro le desgarrarían la carne en pequeños pedacitos si una de sus extremidades rozaban la misma. La idea era fija, tenaz, perpetua. Tenía que liberar a su hermana, tenía que sacarla de aquella mazmorra disfrazada de minarete. Caminó hacia el muro. Primero despacio, luego más aprisa. Se detuvo y llamó en voz alta a la sangre de su sangre. El silencio fue la única respuesta. Volvió a llamar. Nada se oía. Tres años, seis meses y veintitrés días habían pasado desde sus vacaciones a Bruselas donde la había visto por última vez. Recordaba esto y se le revolvían las entrañas. ¿Como pudo ser? pensaba ¡En el corazón de Europa y ante la mirada impasible de la gente! ¡En la estación de Gare du Midi ante cientos de personas! Por más vueltas que le daba a la cabeza no lo lograba entender

viernes, 8 de octubre de 2010

Elena y las elecciones

Elena pelaba patatas compulsivamente en aquella cocina apestosa, mugrienta y maloliente. Ella sabía que no había nacido para eso pero de momento era lo que había. Tenía que aguantarse para poder llevar 675 míseros euros a casa y con ellos poder pagar el alquiler, la luz, el agua, el gas, la comunidad, la comida, etc. No sabía ni como se las apañaba y encima ahora querían hacer una nueva reforma laboral. Para qué se preguntaba en voz baja. En esta sociedad, rumiaba para sus adentros, no puedes ser normal. Tienes pertenecer a algún colectivo de los llamados "con riesgo de exclusión social" o "marginales" para que te den un piso, sanidad, educación, comida, etc. totalmente gratis. En fin, seguía mascullando por lo bajo mientras continuaba pelando patatas, es lo que hay. Elena en las siguientes elecciones votó a los mismos que estaban gobernando.