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martes, 22 de diciembre de 2009

La fiesta de Navidad

Se había levantado de buen humor. Desayunó, como siempre, café con leche con sacarina líquida y una pieza de fruta. Concretamente una mandarina. Iba a ir a ver el concierto de Navidad que hacían en el colegio de su hija. Llegó y se sentó en la séptima fila. Estaba cómodo. Estaba a gusto. Iba a disfrutar del espectáculo de su hija sin ninguna preocupación. Pero de repente... Empezó a oir palmas que provenían de los altavoces del salón de actos donde iba a transcurrir la obra. El estómago se le empezó a revolver y le entraron unas ganas de vomitar terribles. Le empezaron los mareos también cuando empezaron los primeros acordes de la canción. Otra vez los villancicos gitanos.

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