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viernes, 11 de diciembre de 2009

El pimiento rojo

Hacía tiempo que no lo veía. Concretamente desde que un mes antes había dado a luz el hijo de madera que tanto anhelaba. Lo seguía con la mirada y la boca se le ponía como un bebedero de patos. La respiración se le entrecortaba y sentía golpear a su corazón desbocado en las sienes. Tuvo que parar de caminar, se agachó, tomó aire y lo volvió a mirar embelesado. No podía mas. Iba a explotar. Sentía que iba a explotar. Allí lo tenía después de tanto tiempo de sueños húmedos. Allí estaba el pimiento rojo.

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